El Asesino de las Cadenas


Durante los peores años de mi vida las cadenas sujetaron mis muñecas,

consiguieron que la rabia creciera dentro de mí

como un animal acorralado.
Ahora la ira se ha instalado en mi mirada

y ya no puedo ver más allá de las tinieblas.

Me crecieron los colmillos,

mi cuerpo se volvió marmóleo y frío

la luz dejó de brillar para mí

y ahora su esplendor me quema, me mata.

Me robaron el alma,

sólo quedaron estigmas en mis entrañas,

una herida que no sangra,

la huella imborrable de un único destino: eterno, asesino.

Texto : Martina Gómez
Fotografía : Eva Montero

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