Carta al Diablo



¡Hola Satanás! ¿Cómo estás?:
Te escribo porque desde que nací no he sabido nada de Dios. Le he rezado, le he buscado, le he escrito cartas igual que ahora, por primera vez, hago contigo y nunca me ha respondido.
Miro a mi alrededor y no encuentro motivos para pensar que Él exista y, si existe, sólo puedo pensar que no cumple bien con su oficio. He pensado que tal vez la existencia de Dios no sea más que un camelo urdido por Ti, bien para tu propia diversión a costa de nosotros, los mortales, o…quizás, para que el ser humano crea en Ti, ya que es sabido que tu existencia es consecuencia de la de Él.

Claro que es posible que Tú tampoco existas. Probablemente no haya Dioses ni Demonios, salvo los que cada uno en su interior se invente.
No obstante, por si acaso estoy equivocado y sí existís los dos, me gustaría tener respuesta para mis dudas y alcanzar así el conocimiento supremo de entender la vida.

Siempre he pensado que cuando vine al mundo lo hice bien pertrechado de todo lo que el ser humano debe tener, como por ejemplo: la inocencia, la bondad, la alegría, y muchas otras cosas buenas que sólo un ser semejante a ese Dios del que ahora dudo, es capaz de albergar. Creía que a medida que crecía en un mundo tan caótico e injusto esas virtudes se me iban agotando y que Tú ibas poco a poco robándomelas y cambiándolas por sus contrarias. Pensaba que mi alma se contaminaba por tu mediación según crecía, que la generosidad era cambiada por egoísmo y la ilusión en indolencia; que la prudencia la trocabas en desatino y que la alegría acababa en tristeza.

Pero me temo que esta carta tampoco llegue a su destino. Estoy casi seguro de que Tú no existes y Él tampoco.

A ver… dime si no cómo pueden ocurrir tantas calamidades, si Él puede evitarlas, pero no lo hace. ¿Será que Tú eres más poderoso y ya le has ganado la partida?... pero, ahora que lo pienso, eso no es posible; porque si admito vuestra existencia, también he de reconocer que Él también te creo a Ti y es omnipotente. Él, de existir, tiene el poder de vencerte siempre.

Antes hice referencia a algunas cosas buenas que, tal vez, Tú cambias por otras diabólicas; la lista sería interminable, pero hay una a la que debo referirme: la Fe. La he perdido y no ha venido nada para suplantarla, sólo hallo en su lugar el vacío. No creo en Él ni creo en Ti. Otra prueba más de vuestra inexistencia, ya que ninguno de los dos, ni Dios ni Tú, habéis vencido a vuestro favor la balanza...

He decidido no acabar ni enviar esta carta, ya sea a Dios o al Diablo. Es absurdo molestarse en intentar comunicar con alguien que no existe. Además ya no lo necesito, porque por fin he llegado a la respuesta para todo esto: el ser humano no ha sido creado.

Sólo somos una rara consecuencia de complejísimos azares cósmicos y el bien o el mal no nos viene del capricho de un Dios indolente o de un Diablo perverso. Ambas cosas, el bien y el mal, son creadas por nosotros mismos y, pensándolo bien, no tienen importancia. Al fin y al cabo desaparecerán con nosotros cuando nos reencontremos con nuestra verdadera naturaleza: cuando seamos de nuevo polvo cósmico y gravitemos entre las estrellas.

(Escrito por :Pedro Lamart)

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